Política y Sociedad
Primero, el gigante asiático quiso asegurar recursos naturales y llegó a África, de la que se convirtió en el principal socio económico, con un volumen de comercio de 1.000 millones de dólares en 1992, y se estima que en 2035 ascenderá a 300.000 millones de dólares; ahora se abre cada vez más espacio en América Latina, no solo a través de la inversión en infraestructura, minería y energía, sino también mediante la compra de tierras agrícolas de países como Perú, Argentina y Brasil, ¿Colombia estará preparada para esta apuesta comercial que amenaza su soberanía?
El politólogo Daniel Vargas Olarte, profesor de Política Internacional de Asia y África de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que “se suele escuchar que China va a entrar en Latinoamérica, pero lo cierto es que ya está adentro; solo en Colombia funcionan más de 100 empresas chinas, se venden sus teléfonos celulares y carros eléctricos, y China Harbour Engineering Company (CHEC) lidera el consorcio del Metro de Bogotá”.
Pero eso no es todo: la multinacional minera Zijin Mining cuenta con títulos mineros en el occidente de Antioquia, incluida la Mina Buriticá –ubicada en el municipio de Buriticá, en la parte media del río Cauca– considerada como el desarrollo minero subterráneo de oro a gran escala más importante de Colombia, y una de las más importantes del mundo.
De otra parte, la China Civil Engineering Construcction Corporation constituyó en Colombia la Concesionaria Férrea de Occidente SAS (CFRO) para diseñar, construir y poner en marcha la operación del proyecto Tren de Cercanías de la Sabana de Bogotá (Regiotram), proyecto valorado en 3,6 billones pesos.
“Se debe prestar mucha atención al nuevo objetivo comercial de China que se relaciona con la compra de tierras para acceder a recursos agrícolas, una práctica que ya tiene antecedentes en países como Argentina, Perú, Brasil y Jamaica, pero que no puede tomar desprevenida a Colombia”, señala el académico Vargas.
China concentra una quinta parte de la población mundial pero solo el 10 % de las tierras arables disponibles en el mundo, y por tanto la posibilidad de comprar terrenos –como ya lo ha hecho en Estados Unidos y Francia– incrementa el control sobre la producción de las materias primas o commodities como la soja, y termina con los intermediarios.
Al respecto, el experto menciona que, “por ejemplo, la legislación brasileña establece que la cantidad de tierras que pueden adquirir empresas extranjeras se limita a entre 250 y 5.000 hectáreas, dependiendo de la zona del país, pero en Colombia no existe una normativa sobre ese aspecto”.
Agrega que en el país, además del histórico conflicto por la tierra que ha generado violencia y desplazamiento, el acaparamiento de terrenos por parte de extranjeros puede seguir profundizando el problema, y pone como ejemplo el conflicto que afronta en el Cauca el pueblo misak de Cajibío y la multinacional papelera Smurfit Kappa Colombia, propietaria de por lo menos 63.000 hectáreas; “ellos quieren recuperar solo 3.000 hectáreas ubicadas en territorios de gran valor ancestral y por esa intención existe casos penales y amenazas”.
“Esto que sucede con esta empresa irlandesa, pero también Estados Unidos y Chile son dueños de tierras en Colombia, y es el siguiente paso que China dará aquí, y no es un caso menor; además, no hay que perder de vista la reciente decisión de ese país de levantar la restricción del hijo único, lo que hará que recupere la mayor población, y con la creciente presencia alrededor del mundo e iniciativas de desarrollo y cooperación como la Franja y la Ruta, se generará un efecto migratorio debido a estos grandes proyectos en países de la región”.
Urge la diversificación se socios comerciales
De otra parte, Luciano Concheiro Bórquez, doctor en Desarrollo Rural, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana de México y titular de la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México, dice que que "en esa necesidad que tienen los países latinoamericanos de reducir la dependencia económica de Estados Unidos, máxime en una coyuntura comercial como la que está imponiendo el presidente Donald Trump, China se ha convertido en el socio comercial de México, nuestra experiencia es que más nos vale diversificarnos si no queremos sufrir económicamente las consecuencias”.
Anota que la manera de relacionamiento económico con el gigante asiático es diferente: “acabamos de firmar el convenio cultural e intelectual que tiene México, aún por encima de Estados Unidos, para inteligencia artificial y de semiconductores, o sea todas las líneas de desarrollo tecnológico que nos interesan; como diría Antonio Gramsci, ‘todo este asunto de lo internacional es más bien nacional’”.
En su opinión, “China es clave en el cambio de la correlación de fuerzas en el ámbito mundial que buscan los países latinoamericanos”.
Relaciones más balanceadas
Otro análisis sobre el papel de China en América Latina lo aporta el profesor Guillermo Puyana Ramos, abogado penalista, quien señala que para ese país nuestra región no es un patio trasero, “un efecto de esta relación cada vez más rica y profunda es la reducción de la dependencia económica de América Latina gracias a la presencia de China en la región, pues los socios comerciales se han diversificado; Estados Unidos ya no es el socio dominante, ahora todos también tienen de socio a China”.
En ese sentido, la región ahora tiene “relaciones comerciales más balanceadas y diversas, lo que significa menos dependencia y más soberanía económica”.
El experto, presidente de la Asociación de la Amistad Colombo-China, anota que el país asiático también vive un “sueño chino”, “que es el sueño de la recuperación de China no solo como un poder político, militar y económico, sino como una civilización específica, ya que este país ha conseguido transformar su economía y sociedad; por ejemplo en 1949 su participación en el comercio mundial era ínfimo en comparación con los datos recientes que lo muestran como el principal exportador mundial y la segunda economía más grande del mundo”. En 2023 China exportó 3,42 billones de dólares, duplicó la esperanza de vida al nacer y prácticamente ha erradicado el analfabetismo.
Para el profesor Puyana “se trata de un proceso de construcción del socialismo que ni está ni ha estado carente de problemas, que ha sido objeto de revisiones y de ajustes continuos, pero que el progresismo mundial no ha entendido, y básicamente por eso hoy el diálogo entre el progresismo y los partidos socialistas y los partidos comunistas de Europa con China está básicamente roto, mejor dicho, es inexistente”.
Los aportes de estos académicos al tema del multiorden glocal se dieron en el marco del XX Seminario Internacional Antonio Gramsci, en el que en esta oportunidad se disertó en torno al “Hegemonía cultural, guerras y democracia subalterna”, y que sirvió como homenaje al sociólogo Orlando Fals Borda. Este se realizó del 24 al 27 de febrero y fue organizado por el Grupo de Investigación Presidencialismo y Participación de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la UNAL.