El conflicto armado, el desplazamiento forzado, las enfermedades ocasionadas por el contacto con colonos, y la inseguridad alimentaria tienen a estos dos pueblos en alto riesgo de desaparición física y cultural. En medio del panorama actual, el diálogo intercultural de saberes y la construcción participativa de políticas públicas con enfoque diferencial son la clave para proteger a estos dos pueblos indígenas, e incluso a las demás comunidades étnicas del país.
Antes de la llegada de los colonos,
los indígenas nukak –considerados como el último pueblo nómada identificado en
Colombia– se movían con habilidad entre la selva creando “viviendas” improvisadas
y cazando con facilidad para alimentarse. No tenían contacto alguno con la
“civilización”, por lo que tapaban su cuerpo con una que otra prenda y pintaban
sus rostros con achiote.
Sin embargo, hoy enfrentan el
abandono y la crisis social. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas (Acnur)
indica que entre la década de 1990 y 2011 este pueblo pasó de tener 1.200 a
solo 500 miembros. Al conflicto y el hambre se suma la presencia de
enfermedades que jamás habían visto: tuberculosis, neumonía, malaria y enfermedades
de la piel que se agudizan ante la falta de alimentos.
Para el pueblo jiw la situación no es
diferente: su comportamiento seminómada, con el que se movían entre Meta y
Guaviare, se vio acorralado por la violencia que los hizo vivir hasta 17 desplazamientos,
según reportó el portal Verdad Abierta. Ante el llamado de la Corte
Constitucional, en 2015 se creó el “Plan intercultural de seguridad alimentaria
y nutricional para los pueblos Jiw y Nükak del municipio de San José del
Guaviare (2016-2020)”, que 4 años después no se ha implementado.
La formulación del Plan y la
situación de inseguridad alimentaria de ambas comunidades fueron el tema de la
investigación de Daniel Eduardo Castillo Melgarejo, nutricionista y magíster en
Política Pública de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá,
quien caracterizó la formulación de la seguridad alimentaria y nutricional
(SAN), ubicó históricamente el concepto de enfoque diferencial para la
implementación de política pública, y señaló cómo ambas comunidades interpretan
el Plan en aras de identificar qué necesidades se siguen profundizando después
de 4 años de no haberse implementado.
“A pesar de que ambos pueblos son diferentes comparten ciertas lógicas: ser pueblos víctimas del conflicto armado, sufrir el desplazamiento forzado y estar en una grave situación de inseguridad alimentaria. Eso demanda acciones inmediatas de reparación, y en un ejercicio de la antigua Alcaldía local y la UNAL se empieza a estructurar el SAN”, expresa el investigador.
El
enfoque diferencial y su importancia en la política pública intercultural
Aunque en la agenda pública se habla
mucho del enfoque diferencial, pocas veces se entiende de qué se trata este
concepto. Por eso, uno de los objetivos del investigador fue identificar el
enfoque diferencial en el tiempo y cómo este incide en la formulación de
políticas públicas, especialmente del SAN para los nukak y los jiw.
“Este es un concepto que viene desde
la noción de diferencia y cómo se entiende al otro. Aunque todos somos iguales
ante la ley, tenemos una condición de diferencia que limita o fomenta la
expresión de la ley de manera distinta. El Estado se debe expresar según esas
condiciones de diferencia”, explica el magíster.
Para eso es imperativo tener un
diálogo constante con las comunidades a las que se van a dirigir las políticas
públicas con el fin de identificar sus necesidades y conocer de primera mano la
realidad.
“El gran reto que tiene el enfoque
diferencial y el gran reto político no es llegar a un escenario multicultural
como lo dice la Constitución Política, sino a un escenario de
interculturalidad”. Un camino que para el investigador requiere de acciones
claras como por ejemplo funcionarios públicos que hablen la lengua propia de
las comunidades y conozcan la realidad de las comunidades.
Un escenario de interculturalidad
clave para conservar la cosmovisión, las prácticas y los saberes de las comunidades
étnicas “muchas organizaciones hablan de un etnocidio y eso es bastante crítico
porque acabar con comunidades o pueblos enteros es también acabar con su
entendimiento y su aporte cultural para la humanidad”.
Por ello, en su investigación resalta que el Plan tuvo aciertos como el sentar a organizaciones civiles, academia y la comunidad en aras de identificar las necesidades de ambas comunidades y cómo solventarlas. Sin embargo, el cambio de administración puso en juego su implementación por lo que en sus resultados deja ver que el Plan requiere una nueva formulación que entienda que pasó con las comunidades 4 años después.-
fuente Agencia de noticias unal